La comprensión de lectura es probablemente la variable que más incide en el aprendizaje de los alumnos y como tal constituye una de las prioridades de trabajo de nuestro querido colegio. Su trascendencia ha dado pie a que numerosos e importantes autores se hayan dedicado por años a su estudio. En términos generales, sus teorías pretenden determinar de qué manera se relacionan el lenguaje, el pensamiento, la lectura y la comprensión.
Ya en 1978 la “Teoría del Esquema” de Durkin postula que la nueva información adquirida durante la lectura se entremezcla con la información nueva que se posee. El esquema correspondería a una disposición jerárquica de partes que se debe completar. De acuerdo con este autor, nuestros esquemas nunca están completos. Siempre faltan partes de la información. Para el referido autor, la lectura es un proceso que desarrolla los esquemas y que, a su vez, depende de ellos. Aplicando esta teoría al proceso de lectura comprensiva diremos que: la comprensión lectora está influenciada por lo que una persona ya sabe; la comprensión lectora está influenciada por lo que una persona espera encontrar, es decir, el lector tiende a ver lo que ha anticipado; el tema de la lectura se mantiene en la memoria en relación con lo bien que la persona entiende. La profundidad de la comprensión determina lo bien que la materia será recordada. Finalmente, la comprensión lectora está influenciada por el contexto en el cual algo es leído.
Así como Durkin (1978) expone lo que a su parecer es la forma cómo estaríamos comprendiendo, Vygotsky (1973) establece claramente que, la lectura como proceso, no se puede separar de su aspecto comprensivo. En su opinión, la función primaria del lenguaje es el intercambio social a través de la comunicación, haciendo alusión a un lenguaje expresado tanto en forma oral como escrita. Por tanto, no resulta comprensible considerar la lectura como un proceso mecánico decodificador. De hecho, el estado emocional del lector afecta la comprensión. Los esquemas son culturalmente específicos y el conocimiento del esquema influencia su fuerza. Por su parte, Thorndike (1973) postula que los lectores resuelven el plan del protagonista para lograr su objetivo. La comprensión se deterioraría si ese plan no es discernido. Por eso cuando los lectores conocen los motivos de un personaje usan esa información para interpretar el texto. Demasiadas ideas ligadas al esquema, pueden llevar al alumno a confundirse como tampoco se puede desconocer que los lectores pueden cambiar su comprensión y recuerdos de un relato aun después de haberlo leído.
Cuando hablamos de comprensión es necesario señalar que en todo acto de lectura están presentes al menos dos elementos: un lector y un material. Para que haya comprensión, es necesario que exista un cierto grado de congruencia entre las características del material y las habilidades psicolingüísticas y destrezas de lectura del lector. Esto significa que la comprensibilidad de un material no se debe única y exclusivamente a las características del lector, sino también a las características del material que interactúan en el acto de lectura.
Ante lo expuesto, es posible postular que el individuo que posea un buen nivel de comprensión lectora, necesariamente debe haber desarrollado habilidades de tipo intelectual que posibilitan el tener también un rendimiento satisfactorio o al menos el potencial para lograrlo.
El emisor del texto imagina el mundo de su lector ideal. Este debe recrear el mundo que el emisor intentó en el texto, echando mano de su conocimiento previo, pues este es el supuesto del emisor. En otras palabras, el lector debe ser cómplice del emisor para que se logre la finalidad comunicativa del texto. Esto incluye el uso de un léxico adecuado al lector, una redacción con un grado de complejidad sintáctica de acuerdo al nivel del desarrollo intelectual y neurológico del receptor, y una temática a su alcance que, además, despierte y mantenga su interés. En consecuencia, la lectura requiere de la utilización oportuna y selectiva de habilidades de decodificación, clarificación y evaluación de ideas. Adicionalmente, debe entregar placer e inspirar curiosidad, para así ayudar a desarrollar el potencial humano.
La comprensión lectora es un proceso de construir significado a través de la interacción de las habilidades y el conocimiento del lector, el texto y la situación de la lectura. De igual forma, el lector no percibe las afirmaciones de un texto narrativo como eventos aislados, sino más bien como una serie de eventos conectados entre sí que forman un todo coherente. Cognitivamente esta percepción de coherencia es el resultado de un proceso
complejo de resolución de problemas en el cual el lector infiere relaciones entre ideas, eventos y estados que son descritos en el texto. Las inferencias pueden darse hacia atrás, al establecerse relaciones entre hechos puntuales y otras situaciones que han aparecido previamente en el texto; o bien, hacia delante, al predecir o generar expectativas acerca de lo que sucederá próximamente en el texto. Estas inferencias constituirían el andamiaje para la representación mental del texto. Estructura que como profesores deberemos propiciar en nuestros alumnos.
Es un hecho evidente que la lectura comprensiva es un proceso de alta complejidad. Va mucho más allá del simple reconocimiento de palabras, ya que podemos identificar cada palabra en una oración, sin lograr entender su significado. Esto se debe a que las palabras de una oración están relacionadas entre sí, siendo necesario ser capaz de identificar las reglas que rigen esa relación. La lectura comprensiva se logra cuando funcionan apropiadamente una serie de operaciones mentales, entre las que se reconocen los procesos perceptivos, el procesamiento léxico, el procesamiento sintáctico y el procesamiento semántico.
El proceso perceptivo recoge mensajes mediante los sentidos, los cuales son guardados en lo que Cuetos (1996) denomina memoria icónica. La información más relevante pasa a la memoria a corto plazo, donde se analiza y reconoce como una unidad lingüística determinada. El procesamiento léxico se inicia una vez que son identificadas las unidades léxicas. Este consiste en encontrar el o los conceptos con los cuales se asocia cada unidad lingüística. Por su parte, las palabras aisladas no ofrecen mayor información, por lo cual es necesario reagruparlas en unidades mayores como frases y oraciones. A partir de ellas será más fácil extraer el mensaje. El último proceso de esta cadena lo constituye el procesamiento semántico. En él, el lector extrae el mensaje de la oración y lo integra al conocimiento previo. El proceso de comprensión finaliza cuando el lector ha integrado a su memoria la información extraída del texto.
Reforzando la noción de la complejidad del proceso lector y la necesaria conexión con el conocimiento previo, Irvin (1990) postula que los lectores construyen el significado de un texto no solo con la simple decodificación de palabras, sino también con la utilización de
estrategias de lectura que incorporen y expandan su conocimiento previo. En otras palabras, el proceso de construcción del significado no sería lineal, sino más bien recursivo e interactivo, buscando crear una experiencia de lectura más productiva. Desde el punto de vista del lector, es la interacción del conocimiento previo con el contenido en contexto lo que le facilita entender lo que lee. En consecuencia, no se podrían dar nuevos aprendizajes sin una conexión con el conocimiento previo. Se debe dar al contexto la atención que merece, por ejemplo, el propósito del lector hará que esté más o menos atento a los detalles, lo que afectará su nivel de comprensión. De igual forma, una lectura realizada en un autobús tenderá a ser menos significativa, por la gran cantidad de distractores (ruidos e interrupciones) que entorpecerán el proceso lector.
Nuestra tarea y en la cual nuestros padres y apoderados nos pueden ayudar es enseñar a nuestros alumnos y alumnas a convertirse en lectores estratégicos. Esto implica analizar la tarea, establecer un propósito para la lectura y, posteriormente, seleccionar las estrategias que permitan llegar al significado. Estas estrategias deben funcionar antes, durante y después de la lectura. Adicionalmente, debemos utilizar el contexto para establecer relaciones con el conocimiento previo de ellos a través de: la predicción de resultados, la confirmación de ideas previas, la organización de información, la extracción de conclusiones, la realización de inferencias, la diferenciación entre tipos de textos y la confección de resúmenes.